La comunicación debe ser parte del legado de la COP30
En su libro sobre el papel de Brasil en las conferencias medioambientales de la ONU celebradas en Estocolmo, Río y Johannesburgo, el actual presidente de la COP30, el embajador André Corrêa do Lago, destaca cómo el país pasó de una postura defensiva y reactiva a una participación más proactiva y orientada al liderazgo dentro de la agenda ambiental.
Durante la Conferencia de Río de 1992, el principal objetivo del Ministerio de Relaciones Exteriores era mejorar la imagen deteriorada de Brasil en el exterior. A juzgar por los resultados, ese objetivo se alcanzó con éxito, y la conferencia ocupa hoy un lugar destacado en la memoria de quienes trabajan en temas climáticos. Su legado es real.
¿Y la COP30? ¿Qué lugar ocupará en el imaginario del mundo, de la nación y de los ciudadanos de Belém?
Nos encontramos ante una doble oportunidad. Por un lado, existe una necesidad urgente de avanzar en la agenda climática, pese a retrocesos como la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París. Por otro, la atención mundial se centra ahora en la Amazonía, lo que representa una oportunidad única para consolidar, tanto en la conciencia brasileña como internacional, la importancia de la selva tropical para el planeta.
En su libro “La invención de la Amazonía”, Neide Gondim analiza la evolución histórica de la región y las múltiples interpretaciones que ha recibido a lo largo del tiempo. Construida a partir de relatos de viajeros y cronistas, a menudo descrita como un “infierno verde” o como el refugio de míticas ciudades de oro, la Amazonía nunca ha pasado por un proceso narrativo integral que refleje verdaderamente su magnitud, en todos los sentidos.
En los últimos años, sin embargo, la Amazonía ha ganado protagonismo en los medios de comunicación, en la academia y en diversos sectores de la economía. Hemos visto cómo las comunidades locales han asumido un papel activo en la construcción de esta narrativa, con la comunicación desempeñando un papel central. Hoy, más que nunca, se consolida un movimiento que busca garantizar que las historias de la Amazonía sean contadas por quienes la habitan, desafiando estereotipos y aportando una visión más realista y diversa.
Además de la cultura, la biodiversidad y las tradiciones indígenas, parte de esta narrativa renovada está siendo impulsada por las empresas y sus estrategias de comunicación. Un anuncio televisivo, una campaña en redes sociales o una pieza institucional —ya sea con fines promocionales o de posicionamiento— contribuyen a configurar la percepción de la región. Sin embargo, estas representaciones no siempre son precisas ni respetuosas.
Es fundamental que las empresas que desean comunicar sobre la Amazonía asuman un compromiso serio y responsable. Para ello, es necesario cumplir tres pasos esenciales:
- Comprender antes de comunicar;
- Garantizar transparencia en los mensajes y accesibilidad en la comunicación;
- Incluir las voces locales en el proceso.
La comunicación sobre la Amazonía solo será auténtica si incorpora las voces de quienes viven en la región. La identidad, el sentido de pertenencia y la narrativa deben reflejar las vivencias de la población local. La región tiene características singulares que deben comprenderse para asegurar una representación respetuosa y precisa.
Ampliar el conocimiento sobre las pequeñas y medianas empresas y su funcionamiento también contribuye a diversificar los enfoques de comunicación y a valorizar el lenguaje del emprendimiento local. Con esta mirada atenta, es posible fomentar el conocimiento, respetar las especificidades regionales y promover una comunicación alineada tanto con las preocupaciones climáticas como con el contexto local.
Como en toda estrategia de comunicación eficaz, las organizaciones de la sociedad civil desempeñan un papel clave al facilitar el diálogo y estructurar los mensajes principales que Brasil desea transmitir al mundo durante la COP30. El evento no solo reunirá a líderes globales; también será una oportunidad para transformar la forma en que se percibe la Amazonía, tanto dentro como fuera de las fronteras nacionales. Esta transformación solo será posible gracias al trabajo profesional, ético y comprometido de comunicadores capaces de reconocer las diferencias y construir una narrativa respetuosa e inclusiva, libre de prejuicios y profundamente conectada con la realidad local.
Más allá de los acuerdos internacionales y de la presión ejercida por la sociedad civil, la comunicación se consolidará como uno de los legados más duraderos de la COP30. La forma en que Brasil y el mundo decidan contar esta historia podrá definir una nueva comprensión de la Amazonía, una que supere los clichés y exprese, finalmente, la verdadera complejidad y riqueza de la región. Este es un momento histórico, y depende de todos nosotros aprovecharlo plenamente.
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